¿Cuántas veces nos hemos preocupado por todo el tiempo en pantalla que pasan nuestros hijos? ¿Cuántas veces nos hemos sentido culpables por darle el teléfono al niño o la tablet para que “deje de llorar”?
Pero, ¿es el tiempo en pantalla realmente tan malo para nuestros hijos? El investigador y director de investigación de Oxford Internet Institute, el profesor Andrew Przybylski, desmiente los mitos sobre el tiempo en pantalla.
El tiempo en pantalla es como el aire
El tiempo en pantalla está en todas partes. Las pantallas contienen gran parte de lo que necesitamos para funcionar día a día, al igual que el oxígeno mantiene en funcionamiento nuestros sistemas. De todas maneras, como sociedad, nos resulta difícil pensar en lo que realmente significa el tiempo en pantalla para nosotros. Y hay un par de razones por las que pensamos así:
- Todo el estigma negativo que rodea al tiempo en pantalla
- Investigación muy limitada sobre lo que realmente provoca el tiempo en pantalla.
Tres mitos del tiempo en pantalla
Mito 1: Todos sabemos lo que queremos decir con ‘tiempo en pantalla’
Tu hijo probablemente tiene la idea de “tiempo en pantalla” como un medio de comunicación que nos une a todos. Tu, como papá, por otro lado, podrías tener la tentación de pensar que las pantallas sólo están diseñadas para dañar el cerebro de tu hijo.
Las pantallas permiten todo tipo de actividades diferentes. Lo que importa no es la pantalla, sino lo que sucede cuando los niños están frente a ella.
Tu hijo se conecta, busca, se comunica y juega.
El hecho de que tu hijo juegue videojuegos no necesariamente lo convierte en antisocial. Jugar videojuegos también es a menudo muy social.
Mito 2: podemos confiar en la forma en que se mide el tiempo en pantalla
Desde que se inventaron las pantallas, los investigadores se han basado mucho en las estimaciones de los propios usuarios sobre cuánto tiempo gastan en ellas. Un simple cuestionario que pregunta cuánto tiempo pasamos a la semana en las redes sociales puede llevar a titulares sobre pérdida de tiempo o algo peor.
Pero el hecho de que tu hijo pase cinco horas a la semana en las redes sociales no significa necesariamente que sus relaciones estén dañadas o tenga problemas de salud mental. Lo que podría causar daño es el contenido que consumen, no la cantidad de tiempo que pasan.
La mejor opción es ayudar a tu hijo a volverse digitalmente resiliente y consciente de sí mismo: ¿está haciendo cosas divertidas en pantalla? ¿Está aprendiendo, en el sentido más amplio posible? ¿Sabe cómo responder a los posibles riesgos y daños?
Ayudarlo a saber qué usuarios seguir en redes sociales que aporten muchas más cosas positivas que negativas. Gente real, que aporte, no que reste.
Mito 3: el tiempo frente a la pantalla inevitablemente causa problemas
Según el Profesor Andrew Przybylski, el 99,75 por ciento de lo feliz que está su hijo no tiene nada que ver con la cantidad de tiempo que pasa frente a la pantalla. Otras cosas son mucho más importantes.
Las amistades, la escuela, la comida e incluso el clima contribuyen al bienestar emocional y, muchas veces, pasan desapercibidos en este tipo de investigación.
Consejos inútiles
La investigación deficiente y las actitudes negativas hacia las pantallas han llevado a que los padres reciban constantemente consejos inútiles sobre cómo controlar el tiempo frente a las pantallas en casa.
Cada niño es diferente, y decidir juntos sobre la actividad digital ayuda a su hijo a expresar sus gustos y disgustos de una manera que los ayudará a ambos a tomar una decisión que se sienta bien en su hogar, al tiempo que les permite asumir la responsabilidad.
Según el profesor Andrew Przybylski, estas son las acciones que puedes tomar
Hay cosas que puedes hacer para desarrollar una relación más positiva con el tiempo en pantalla de tu hijo:
- Participa y ten curiosidad: evita ver la pantalla en la mano de tu hijo como algo extraño e intimidante. Recuerda que los dispositivos juegan un papel muy importante en la vida de tu hijo: es importante acercarse a ellos con un sentido de apertura y curiosidad. Habla con él sobre el uso de la pantalla de tu hijo, escucha lo que le gusta hacer en línea e infórmate sobre sus actividades favoritas. Háblales con el mismo espíritu de franqueza sobre lo que le gusta y lo que no le gusta, aceptando que no siempre estarán de acuerdo.
- Apóyalos para que exploren: Tú sigues siendo la influencia más importante en la vida de tu hijo. Puedes establecer límites tecnológicos razonables, pero siempre es útil explicar sus razones y acordarlas. Anima a tu hijo a comunicarse cuando ambos no estén de acuerdo. (No importa lo bienintencionado que sea, si estableces la ley de manera autoritaria, probablemente harás que se resistan).
- Ve las cosas desde su punto de vista: tratar de ver el tiempo en pantalla a través de los ojos de tu hijo le ayudará a entender que tú estás de su lado. Explícales que te das cuenta de que apagar la pantalla significa que pueden sentir que se están perdiendo algo. Diles que tienes tus mejores intereses en el corazón, y eso a veces significa que tienes que negociar entre tus sentimientos y los de ellos.
- Piensa en cómo lo dices: trata de no utilizar frases como “debes” o “tienes que”. Usa el lenguaje de una manera comprensiva y evitarás cerrar la conversación. Le mostrará a tu hijo que respeta tus puntos de vista, que esperas que tenga una opinión y la exprese, y que siempre le escucharás.
Los dispositivos a veces resultan un tipo de salvavidas para los problemas que los niños y adolescentes tienen que afrontar. Si analizan juntos el uso que hacen de la pantalla y descubren la tecnología que disfrutan, te resultará más fácil establecer límites que si funcionen. Y esto también significa que será mucho más probable que tu hijo acuda a ti si algo le preocupa.
Fuente:
Profesor Andrew Przybylski